15 de abril de 2009

LA POLTRONA
El sistema que tenemos es el menos malo, en eso estoy deacuerdo, pero siempre es mejorable. La democracia es magnífica. Todos tienen (en teoría) las mismas posibilidades, las mismas oportunidades y un mismo objetivo (el binestar por encima de todo). Es extraordinario. Cualquier ciudadano puede gobernar un país o llevar un ayuntamiento. Sobre el papel, todo perfecto.

Pero, ahora bien, la política trata de mejorar la vida de las personas consensuando proyectos e ideas, dialogando, informando de lo que se hace y lo que se pretende hacer, en definitiva, de hacer que unas personas ayuden a otras. Esos "elegidos" son de los nuestros y tal y como llegan al poder (o a la oposición) se deberían de ir, dejando paso a otros.


Resulta lamentable, vomitivo y, hasta si se me permite decir, fraudulento, que determinados políticos hagan de la política su profesión. Se convierten en auténticas aves de rapiña, en caciques. Primero se tiran varias legislaturas de concejales o alcaldes, luego buscan su parcela en alguna consejería o parlamento autonómico, o incluso llegan más arriba.

Soy partidario de limitar a dos mandatos los puestos políticos de máximo poder (alcalde o presidente) y de poner un máximo de cinco legislaturas (20 años) para poder desarrollar la "vida política". Basta ya de gente sin oficio, de parados y de buscavidas, metidos a políticos. Ya esta bien. Nadie es imprescindible.

Dejen su poltrona y pónganse a currar en la vida real, sea en la empresa pública o en la privada. O bien descansen en su casa, sin dar un palo al agua. Pero, por favor, NO MAS POLITICOS PROFESIONALES. Se ofrecen a la sociedad, esta los elige, y vuelvan por donde han venido, no se ofendan, no se les echa, mejor dicho, se les obliga a dejar paso a otros conciudadanos. El poder reside en el pueblo y no en cuatro vivales aprovechados, sin ganas de ponerse a buscar trabajo con más de cuarenta y pico.

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